MONUMENTAL ... PUEBLA DE LOS ÁNGELES
PRIMERA PARTE
 
Con "M" de Monumental 
BUSCAR EN ESTE SITIO: Eres el visitante:   desde Diciembre de 2001
   Página Principal Zócalo Segunda Parte De México para el Mundo  Foto Galería del Árbol del Tule Mapa del Sitio
 




Autor:

Ing. Manuel Aguirre Botello
Marzo, 2001

 

 

Tu opinión es importante
Manda un mensaje


o haz contacto con:
Ing. M. Aguirre

 

 

  Puebla de los Angeles, Parte 1
  INTRODUCCION.
  LA CASA DE LA TIA CUCA.
  MEREZCA COMPADRITO.
  PUEBLA Y LAS PULQUERÍAS.
  MARAVILLOSA COMIDA POBLANA.
  EL GENERAL YOUSHIMATZ.
  PUEBLA MONUMENTAL.
  EN BUSCA DE UNA CASA.
  LA CASA DE LA 23 SUR.
  NO HAY AGUA Y HUELE A GAS.
  EL BOMBERO COCHAMBROSO
  EL PIRUL Y EL TINACO.
  EL SABADO TOCA BAÑO.
  LOS MUEBLES.
  EL PRESUPUESTO Y LAS COMPRAS.
  EL SUELDO DE PAPÁ.
  VENTA DEL REFRIGERADOR.
  ZACANDINGAS Y EL OSO.
  LOS VECINOS ESPAÑOLES.
  LA VISTA DE LOS VOLCANES.
  EL AVION Y EL CERRITO.
  CALMANTES MONTES.
  LOS CHISTES DE MAMÁ.
  LA RADIO ENTRETENIMIENTO.
  LOS PROGRAMAS DE RADIO.
  MARIA MARTINEZ MENDIETA.
  LOS ANUNCIOS DE RADIO
  SEGUNDA PARTE
  TERCERA PARTE
  Lo que dice la Gente
  Mapa del Sitio
  Ir a PAGINA PRINCIPAL
  BUSCADOR DE TEMAS

 

 

SUGERENCIA

Si entras a esta página después de una búsqueda en Google o similar, utiliza Ctrl-F para localizar aquí el tema que buscas sin la necesidad de leer el todo el texto. Te ahorrará tiempo y la molestia de saber que el "buscador" pudo haberte conducido erróneamente a este sitio.

 

 

 

 

   REDES SOCIALES
  
 
 

Portada del Plano Guía de la Ciudad de Puebla publicado por Manuel Aguirre Betancourt en 1946.


 

Nota: Este trabajo está dedicado a mis queridas hermanas Elsa y  Chela, espero a ellas les guste y les traiga gratos recuerdos de su infancia. Fue escrito por Manuel Aguirre Botello en 1997 en la ciudad de Querétaro. Se anticipa al lector que muchos de los relatos son de índole familiar, sin embargo,  resulta interesante conocer como eran muchas de las costumbres de Puebla de los Ángeles hace más de 50 años.

Marzo de 1997.(cincuenta años después) 

INTRODUCCION.
Procedentes de Monterrey, llegamos a Puebla en el verano de 1945. Recuerdo que papá tuvo que aceptar el traslado a esa ciudad, debido a que las obras de defensa del Río de Santa Catarina en Monterrey, habían llegado a su fin o por lo menos habían entrado en una etapa de suspensión de actividades. El cambio no debió ser de su agrado y mucho menos de mi mamá que era oriunda de Monterrey y sobre todo por el hecho de que nosotros los hijos ya llevábamos 5 años de vida allí y habíamos iniciado nuestros estudios de primaria.

Recuerdo bien que al terminar el 4o. año de primaria en el Colegio Macario Pérez C., por allí de julio de 1945, ya todos sabíamos del cambio a Puebla y al menos yo disfrutaba platicándoselo a mis amigos. Vivíamos en la casa de la calle Washington  y yo tenía algunos amigos a la vuelta de la casa precisamente enfrente del Palacio Federal. Me acuerdo bien de Eleázaro Parás Cuevas que vivía en esa cuadra y otro muchacho que no recuerdo su nombre, que tenía varias hermanas más grandes que yo. Allí en su casa que tenía ventanales a la calle, protegidos por típicas rejas, como los de la calle de Rayón 932, y en plenas vacaciones de verano, jugábamos al Turista. De hecho allí aprendí a jugarlo y recuerdo que les platicaba que pronto saldríamos con rumbo a Puebla, sin saber exactamente donde era. En verdad que no me imaginaba ni poquito, cuanto extrañaría aquel ambiente norteño después.

La época era trascendente, en agosto había terminado la Segunda Guerra Mundial, con la rendición de Japón a raíz del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki. A México le había beneficiado económicamente dicha guerra e iniciaba ya una etapa importante de desarrollo industrial, terminaba el Gral. Manuel Ávila Camacho, su período presidencial y nos encontrábamos en plena campaña de elecciones, aunque nosotros de 10, 8 y 6 años de edad, respectivamente Manolo, Elsa y Chela, no nos dábamos cuenta de ello; como digo, era un momento de trascendencia para el país, después de muchos años de presidentes militares, tendríamos nuevamente un presidente civil. La competencia era entre el Lic. Miguel Alemán Valdés, oriundo de Veracruz, y el Lic. Ezequiel Padilla.

Alemán competía por el PRI, que según recuerdo era entonces el PRM y Padilla supongo que sería por el PARM, pero de esto último no estoy seguro. De lo que si estoy seguro es de que nosotros disfrutábamos bastante con aquello de "PADILLA NOS DA TORTILLA, ALEMAN NOS DA PAN" y por lo tanto deducíamos que era mejor votar por Alemán, por el PAN, y papá desde luego opinaba igual, había que votar por su paisano.

Quién pensaría que mucho tiempo después votar por el PAN sería todo lo contrario de lo que entonces significaba para nosotros.

Por allí entre las fotos viejas que tiene Elsa, debe de estar la que se tomó papá, con un grupo de simpatizantes de Miguel Alemán aquel día de su llegada, como candidato, a la ciudad de Puebla. Tengo idea que aquello coincidió casi exactamente con nuestra llegada a Puebla.

Regresar al principio

LA CASA DE LA TIA CUCAÑA.
Llegamos a la casa de la Tía Cuca, ella vivía en la Avenida Reforma, que de hecho era una de los ejes principales de la ciudad y a la vez la entrada de todo el tráfico que venía por carretera procedente de la ciudad de México, el número de la casa pude investigar que era y aún es el 2309. Recuerdo la distribución, era una casa de estilo antiguo, con muros gruesos de adobe o sillar y techos de vigas. Un zaguán amplio daba acceso a la casa y desembocaba a un patio. A mano izquierda del zaguán había una puerta, que daba acceso a lo que sería la sala, pero que según recuerdo ocupaba un tío, hermano de la tía Cuca, que era alcohólico y lo usaba como recámara. En aquel entonces me impacto muchísimo haberle escuchado a la Tía en sus pláticas con mamá, lo que sufría por la adicción de su hermano, pues se encontraba en una etapa tal que ella se veía obligada a esconder hasta los frascos de loción, pues el tío era capaz de tomar hasta el alcohol puro. Una tristeza en verdad...

Por lo tanto el acceso a la casa era por el patio que estaba rodeado de plantas, flores y arbolillos pequeños y con una noria en el centro. Al llegar a la noria y a mano izquierda estaba la puerta que realmente daba acceso al famosísimo comedor de la casa de la Tía Cucaña, que ya después tendré oportunidad de comentar, y por donde realmente se daba el acceso a la casa.

Al entrar al comedor a mano derecha estaba la cocina, todo era típico de Puebla, pues había jarritos y cazuelas colgados en las paredes, tanto en la cocina como en el comedor. Había un filtro de agua típico de la época y no podía faltar el metate y el molcajete. No había estufa ni de gas ni de petróleo, se usaba el brasero de carbón y se soplaba con el atizador de mano para que encendiera el carbón.

También a la derecha junto al comedor pero detrás de la cocina, estaba, bajando dos escalones, nada más y nada menos que el baño de la casa, estaba equipado con excusado, lavabo y regadera, pero con la característica principal de que no había ni una gota de agua corriente; así que podrán imaginar los agradables olores que se percibían en la mesa del comedor y ni se diga allí dentro. Era un olor especial por las razones que ya comentaré después.

A mano izquierda estaba la recamara supongo de la Tía, y a continuación la recámara que daba a la calle. Esta recámara grande, que como digo era del tío alcohólico, fue la que ocupamos nosotros durante los pocos días que estuvimos allí. Los muebles de las recámaras eran antiguos, pero supongo que de buena calidad.

La Tía Cuca era gorda y simpática, no recuerdo como sería la conexión familiar, pero si que era pariente de mamá. Vivía y supongo que estaba casada con el Tío, que creo recordar se llamaba Juanito.

Nota de enero de 2002:.
Recientemente recibí información por conducto de mi prima Toty, misma que me ha enviado la Tía Chelo desde Tampico y se refiere a la relación familiar de mí mamá con la famosa Tía Cuca. Ella fue hija de la Tía Herlinda Caballero de Avalos (ver el árbol genealógico) quién tuvo un total de ¡23 hijos! La Tía Herlinda fue hermana del Gral. Luis Caballero y por lo mismo de mi abuela materna Irene Caballero. Por lo tanto deduzco que la Tía Cuca era prima hermana de mi mamá.

La siguiente imagen muestra el estado actual de la casa que fue de la tía Cuca.
 

Regresar al principio

¡¡MEREZCA COMPADRITO!!
Como mencionaba arriba el comedor era el sitio de reunión familiar, allí sobre la mesa se comía, se tomaba y se jugaban cartas; así es que solía estar ocupado durante horas enteras.

Ante la amabilidad de los tíos y la cálida acogida que nos brindaban, lo menos que podía hacer papá era corresponder a sus atenciones participando de su forma de vida. Yo no recuerdo que tanto le agradaba o no, pero lo recuerdo allí sentado en la mesa, con su especial sonrisa, participando del juego de cartas y la bebida de la casa.

Terrible impacto causó en mamá y nosotros los chicos, la bebida de la casa, nada menos que el tradicional oloroso, blanquecino y baboso pulque. Allí supimos que aquella horrible bebida se extraía de la aguamiel del maguey y que la tía lo mandaba comprar diariamente y se consumía como si fuera la leche o el refresco de consumo actual.

Se usaban unos botellones que estaban protegidos por un tejido de hojas de palma, que supongo impedía que se rompieran y que también servía para que se  mantuviera a temperatura agradable.

Nosotros no sabíamos nada de bebidas alcohólicas, pues si acaso habríamos visto a papá tomarse una cerveza en el Restaurante Tupinamba de Monterrey; pero el pulque resultó ser incomparable tema de risas y bromas entre nosotros y es que el aspecto era verdaderamente asqueroso, como digo su color blanquecino y su consistencia de baba escurriendo al servirlo, nos resultaba insoportable pero divertido.

La tía le decía a mamá que era muy alimenticio y que las mamás de la región, al igual que ella lo tomaban con deleite. Mamá sin embargo jamás lo probó. Nosotros menos. Yo a la fecha no lo he probado.

Papá como dije, si participaba de aquel ambiente y en alegre convivio jugaba el Konkian, también desconocido para nosotros, con las cartas de la baraja Española. Recuerdo que se apostaban algunas monedas, pero nada de consideración y allí entre juego y juego lo que circulaba alegremente era el garrafón.

Sí, esa es la palabra correcta que había olvidado, el garrafón de pulque que siempre estaba en la mesa. Este era más pequeño que el que estaba en la cocina y de allí algunas veces se servía en los vasos de los jugadores, pero también se daba el caso de que ante la ausencia de vasos... todos a la voz de "Merezca compadrito" lo circulaban y ¡bebían del mismo garrafón!

Así dando la vuelta a la mesa y con el consabido restregón de la boca, ya fuera con la manga o con el brazo, el garrafón circulaba alegremente y se iba consumiendo la tarde poco a poco.

No había gritos, ni borrachos, ni palabras obscenas era en realidad una costumbre, algo natural para ellos, que para nosotros resultaba extraordinario y chistoso.

Si al pulquito nunca le entramos, por el contrario si aprendimos a jugar el konkian y supongo que algunos juegos más, que enriquecieron nuestro acervo, pues para entonces solo jugábamos lotería y as, dos, tres..

Como decía al principio, el olor del pulque resultaba característico e inconfundible y si a esto le agregamos la cercanía del cuarto de baño sin agua corriente, el aroma que flotaba en el ambiente no era precisamente de jardín de rosas.

La máxima prueba de resistencia al olor, resultaba ser cuando tenías necesidad de usar el baño; pues era una combinación de olor a pulque con orines muy especial, de tal manera que lo que más deseábamos era salir de allí cuanto antes..... Había una cubeta que se llenaba con agua de la noria para mantenerlo limpio, pero como el W.C. no formaba sello de agua, el olor era en verdad persistente e inolvidable.....

Papá no creó precisamente un hábito de asistir a aquellas reuniones, pero si en aquellos días de recién llegados y en algunas otras tardes posteriores asistíamos a la casa de la Tía Cucaña de muy gratos recuerdos. Allí nosotros los chicos entre travesuras, bromas y aburrimiento solíamos pasar la tarde.

Por cierto el sobrenombre de Cucaña derivó del uso, imagino que correcto, que papá solía dar al palo encebado.
Regresar al principio

PUEBLA CIUDAD DE PULQUERIAS.
Como se puede apreciar el cambio de ambiente de la tercera (Monterrey) a la cuarta (Puebla) ciudad más importante del país, resultó en extremo sorprendente para nosotros.

En aquella época había en Puebla un sinnúmero de pulquerías diseminadas por todas partes de la ciudad, pues como comento la gente no solo lo consumía dentro del establecimiento, sino que también lo compraban para llevar y por lo cuál así como ahora tienes el AutoMac para servicio rápido de comida, había entonces un departamento especial para abastecerse rápidamente del pulque para llevar. Este pequeño compartimento se llamaba Departamento de Mujeres, pues allí llegaban las señoras y los menores a rellenar sus garrafones sin tener que pasar al interior de la pulquería, que era exclusivamente para hombres adultos.

Nunca conocí una Pulquería por dentro, porque además a mis 10 años no me dejaban entrar, pero lo que sí recuerdo es que tenían nombres en verdad originales como "Las Glorias de Conchita", "Aguantas l'otra", " A ver si Puedo", "El Recreo de los Amigos" o como la que estuvo después en la esquina de la casa de la 3 Poniente, que se llamaba............”Las Rosas del Tepeyac”

Era frecuente ver afuera de la pulquería un camión destartalado y sucio, que lleno de barriles, descargaba pulque para su venta.

Se vaciaba de un barril a otro y se colaba mediante un pedazo de tela blanca que a manera de cedazo retenía todas las impurezas del espeso líquido y que entre otras cosas eran pedazos (según decíamos nosotros) de excremento que se usaba para curarlo...
¿Sería así?

Muestra de típica pulquería de la época, del lado derecho se puede apreciar el Departamento de Mujeres, con su característica ventanilla.


Regresar al principio


MARAVILLOSA COMIDA POBLANA.
Pero no todo era sufrimiento, todo en esta vida está maravillosamente contrapesado y si el pulque nos resultó aborrecible no fue así con la maravillosa y reconocida comida poblana.

El sabrosísimo y original mole poblano de "guajolote" (pavo) se elaboraba en la casa de la Tía siguiendo la tradicional receta de la región y para ello era necesario moler en el metate las distintas variedades de chiles y múltiples ingredientes que se requieren para darle ese sabor excepcional. El mole sólo se preparaba en fechas especiales y la tía tenía servidumbre que se encargaba de hacer el trabajo pesado; a nosotros nos llamaba mucho la atención ver aquella señora agachada y de rodillas sobre el piso, que molía rítmicamente sobre el clásico y mexicanismo metate de piedra negra y que según me recuerda mi hermana Chela, se llamaba Margarita. Por cierto Margarita no era sirviente de la casa, pues según me parece recordar era hermana del Tío Juanito, su característica principal era su hablar pausado y su notoria lentitud para hacer las cosas,  pero su actitud era completamente distinta cuando hincada frente al metate movía sus brazos con excepcional rapidez y evidente eficacia. 

Sin embargo mientras que papá pronto se adaptó al consumo del pulquito, jamás fue bueno para el consumo de picantes y como mamá por esa razón cocinaba sin chile, pues nosotros tampoco lo sabíamos comer. A papá le daba hipo cuando tenía que comer cosas picantes o bebidas muy fuertes como el coñac y por lo mismo dudo que haya podido disfrutar del mole de la tía Cuca... y nosotros menos.

Pero aunque a mamá no creo que le atrajera mucho la idea de estar muele que muele en el metate, si recuerdo que aprendió bastante de cocina en aquella ciudad, pues resulta que la tía le recomendó o le envió una señora que le enseñó a preparar algunos platillos poblanos. Me vienen a la mente los famosos clacloyos, los tacos, las chalupas, los bisteses semi-enchilados molidos y el salpicón que solía hacer ella, eso sí sin chile...

Aunque extensa y sabrosa, es justo reconocer que la cocina poblana de aquella época era de muy difícil elaboración, pues requería de arduo y agotador trabajo. Simplemente baste recordar que las tortillas se hacían torteando a mano para ponerlas a cocer directo sobre el comal y que para preparar la masa se requería desde poner a remojar el maíz con la cal, nixtamal (corríjanme si estoy mal) y llevarlo cargando en cubetas al molino mas cercano. No creo que entonces hubiera tortillerías, pues la máquina automática aún no se había inventado y si las querías comprar hechas, se conseguían en el mercado con las "marchantas" que las vendían por docena directo de la canasta o las repartían de casa en casa. Aunque todavía en la actualidad habrá algunos molinos al público, la verdad es que son costumbres predestinadas a desaparecer y ni se diga de las vendedoras de tortillas por docena, cuando ahora las consigues por kilo y a un precio en verdad accesible hasta en los centros comerciales. Y del mole ni se diga, cuando ahora se vende preparado y hasta envasado, aunque eso sí, jamás sabrá igual que el delicioso mole de la legendaria Tía Cuca.

Cabe decir que nosotros los chicos, si en ese entonces no podíamos apreciar en todo su valer el prestigio de la cocina poblana, si sabíamos disfrutar de las famosas cajitas de camotes, denominadas de Santa Clara, que ya eran típicas y se vendían desde aquella época.
Regresar al principio

EL GENERAL YOUSHIMATZ.
Según platicaban mis papás, que estaban acostumbrados a la forma de ser de las gentes del norte, no era fácil hacer amistades en Puebla, pero recuerdo que junto a la casa de mí Tía Cuca, vivía un general de la Revolución, retirado, que era conocido de ella y que por alguna razón también conocimos nosotros y era el General Youshimatz. Tengo idea que hasta fuimos a su casa y había allí fotos de la época aunque desconozco el porqué del apellido chino o japonés (como me corrige Elsa mi hermana) del general y de su participación en la Revolución.

El general ya era grande pero tenía varios hijos, entre ellos Adoración que continuó frecuentando a mamá aún cuando ya no vivíamos en Puebla y su hermano Delfino que estudió Ingeniería y también lo vimos mucho después en México. Dicen mis hermanas que había una segunda hija que se llamaba Lucha Youshimatz  y que usaba lentes de fondo de botella, pero a ella la verdad no la recuerdo a pesar de mi síndrome elefantil.

Posiblemente el famoso ciclista olímpico mexicano Manuel  Youshimatz sea descendiente de ésta familia que conocimos entonces, nieto o bisnieto del General Youshimatz.

Me gustaría averiguar ahora, cuál habrá sido su participación en la Revolución

La siguiente imagen nos muestra el estado actual de la que es o fue casa de la familia Youshimatz, pues durante mi visita a Puebla no pude averiguar quien vivía en ella. Más adelante, una propiedad de por medio, estaba la casa de la Tía Cuca, como se puede apreciar en la foto.


La casa del Gral Youshimatz tal como lucía en 1998.




El general Alfredo Youshimatz en la época revolucionaria.



A mediados de este mes de septiembre de 2001, tuve la agradable sorpresa de recibir un correo electrónico de Verónica García Youshimatz, ella es bisnieta del General Alfredo Youshimatz que menciono en este escrito. Gracias a ella es que hoy tenemos en este sitio una foto del general
luciendo su atuendo militar revolucionario. Verónica es una joven de 24 años que labora en el Laboratorio de Electrónica de la UDLA en Cholula, Puebla.
Ella nos ha ofrecido enviar alguna información adicional sobre la actuación del general en la justa revolucionaria y además nos ha hecho saber que el famoso ciclista Manuel Youshimatz también pertenece a la misma familia que conocimos en 1945 a nuestra llegada a Puebla.
¡Gracias Vero por tu ayuda, has sido muy amable!

 

Regresar al principio

PUEBLA CIUDAD MONUMENTAL
La ciudad de Puebla de aquellos años era la mejor trazada de todo el país, gracias a la visión que tuvo Fray Toribio de Benavente, conocido como Motolinía, que fue su fundador el 16 de abril de 1531. El formó parte de un grupo de frailes que acompañaron a los conquistadores españoles y cuya misión principal era convertir al cristianismo a la población indígena.

Sin embargo como digo la imaginación que tuvieron aquellos hombres, entre ellos Don Hernando Saavedra de Elgueta a quién se le atribuye el trazo "damero", la orientación y la numeración de las calles fue un verdadero portento de ingeniería urbanística, muy pero muy adelantado a su época y posiblemente de los primeros en Hispano América.

En aquellos años, como si fuera un sistema de coordenadas cartesianas, la ciudad estaba dividida en cuatro cuadrantes, para lo cual había cuatro avenidas principales que semejaban los ejes del sistema y que partían precisamente del centro de la ciudad, en un costado del zócalo; del centro hacia el norte, la Avenida 5 de Mayo, del centro hacia el sur la Avenida 16 de septiembre, del centro hacia el poniente, era la Avenida Reforma que ya les he mencionado y del centro hacia el oriente la Avenida Gral. Maximino Ávila Camacho.

Debe recordarse que el Gral. Manuel Ávila Camacho, precisamente terminaba su mandato en esa época que estamos recordando, que él había nacido en Puebla y que le había dado gran impulso a su ciudad natal, por lo cuál muchas de las calles estaban perfectamente asfaltadas y algunas otras empedradas.

Por cierto ya después comentaré, que si bien él Gral. Manuel Ávila Camacho fue reconocido como el Presidente caballero, también tuvo un hermano bastante incómodo, Maximino Ávila Camacho, de tristes recuerdos y que como pueden ver una de las avenidas eje, llevaba su nombre, pero debo decirles que gracias al informe que me envió Luz Bolaños desde Puebla, se que ahora se llama Avenida de Don Juan de Palafox y Mendoza.

Si alguna cosa debiéramos criticar a los frailes, aunque sería en verdad ingrato, sería que nunca imaginaron la necesidad de haber ensanchado aquellas cuatro avenidas eje, lo cuál habría sido genial y le habría dado un aspecto bellísimo a la ciudad.

No, eso no fue así por el contrario todas las calles eran prácticamente del mismo ancho, unos 10 o 12 metros (anchas para su época) y las manzanas del orden de 100 x 200 metros, a lo cuál debe descontarse el ancho de las calles. Todas las vías que corrían norte a sur eran Calles y las que corrían de oriente a poniente eran Avenidas.

En el primer cuadrante, Nor-Oriente, que ya desde aquel entonces resultaba conflictivo para el trazo, por la existencia de los cerros de Loreto y Guadalupe, las calles verticales hacia el norte y horizontales hacia el oriente llevaban numeraciones pares, la 2, 4, 6, etc. Norte y la 2, 4, 6, etc. Oriente.

Quiero aclarar que este trazo permanece hasta ahora, pero que solo se respeta en esa, la parte antigua e histórica de la colonial ciudad, lo cuál es una lástima, pues como sucede en todas las grandes ciudades en la actualidad es una verdadera telaraña.

Así bien el siguiente cuadrante Sur-Oriente tenía calles pares hacia el sur y nones hacia el oriente, el cuadrante Sur-Poniente (en el cuál nos tocó vivir) calles nones al poniente y nones al sur y el cuadrante Nor-Poniente, calles pares al poniente y nones al sur.

Ante éste aparente enredo, una vez que se comprendía bien, era materialmente imposible perderse en la ciudad de Puebla; pues con solo saber en la esquina de que calles estabas, podías determinar a cuantas cuadras del centro te encontrabas, dividiendo entre 2 los números de ambas calles y sumando los dos resultados

De igual manera la numeración de las calles era muy consistente, pues en el sentido longitudinal de la manzana, 200 metros, había hasta 200 posibles números de casa y en lo ancho que era de 100 metros, hasta 100 posibles números de casa; es decir siempre habría hasta 100 números por cada 100 metros.

De esta forma sabiendo solo el número de la casa, podíamos determinar a cuantas cuadras del eje central quedaba, por ejemplo si vivíamos en el 1911 de la 3 Poniente, sabíamos que como en sentido horizontal, de oriente a poniente, las manzanas eran de 200 metros de largo, entonces 1900/200 = 9.5, nos encontrábamos a 9 y media cuadras del zócalo y como las cuadras tenían aproximadamente 200 metros de largo, estábamos a 1900 metros de distancia del eje 16 de septiembre a un costado del zócalo, o sea 1.9 Km...... ¿Genial verdad?

Sí a todo esto le agregas que Puebla era una ciudad de estilo eminentemente colonial, el contraste con la ciudad de Monterrey, de donde veníamos, era en verdad muy marcado, por donde quiera que lo quisiéramos ver, su gente, su estilo de vida, sus arraigadas costumbres y tradiciones, su desempeño histórico y como digo la riqueza de sus construcciones coloniales dignamente conservadas. Monterrey ciudad industrial progresista y trabajadora, con costumbres norteñas, gente franca y parlanchina, sin embargo no cabe duda que era una ciudad fea, (que no me oiga mamá) y su única reliquia colonial era la derruida Iglesia del Obispado.

Si debo ser sincero, todo lo que ahora describo no creo que lo apreciara debidamente a mis diez años de edad, pues aunque visitamos desde entonces, (luego nos convertimos en guías expertos de las visitas) todos sus lugares de interés histórico como el Convento Secreto de Santa Mónica, que descubrió el famoso detective Valente Quintana después de muchos años de permanecer oculto, o bien la Cocina de Santa Rosa, que se dice fue la cuna del famoso mole poblano, o las fabulosas iglesias con sus retablos y altares forrados en oro, como la Capilla del Rosario en Santo Domingo o la Casa del Alfeñique, cuyo nombre tanta gracia nos hacía y donde nos contaban la historia del vestido de la china poblana; debo reconocer que no aquilataba debidamente su importancia.

Baste decir que los Fuertes de Loreto y Guadalupe y el Museo que allí se encontraba, representaban y representan aún ahora, uno de los episodios más gloriosos de nuestro Ejército Mexicano, que allí al mando del Gral. Ignacio Zaragoza logró detener y derrotar a las orgullosas fuerzas francesas. Sin embargo nosotros quizá lo que más nos atraía era montarnos en los cañones o disfrutar de la vista panorámica de la ciudad desde lo alto del cerro buscando nuestra casa; y no entendíamos que allí en ese mismo suelo que estábamos pisando, muchos, muchos hombres habían reprimido su natural miedo y sacando fuerzas de flaqueza habían vencido a un enemigo más preparado y más reconocido, como era el ejercito francés de aquella época y que allí, precisamente allí, en esas mismas piedras que tocábamos mucha sangre mexicana se había derramado...

Y comento esto porque cuando creces sueles apreciar mejor el significado de las cosas antiguas, habría que ver que mi mente era entonces mucho más científica que humana y en verdad me chocaban todas las cosas viejas,  los “vejestorios” como diría nuestro papá.

En el año de 1982, más de 35 años después de lo que ahora les narro, caminaba por las calles de Florencia en Italia, en pleno centro y muy cerca de lo que son Las Puertas del Paraíso en el Bautisterio de la Catedral de Santa María del Fiore y ya había disfrutado y había leído también, sobre los trabajos artísticos de Miguel Ángel, de Rafael y de Leonardo Da Vinci, pero lo que más había llamado mi atención era el hecho de que en determinado momento de aquel Renacimiento histórico que surgía en el siglo XVI, los tres grandes personajes vivieron al mismo tiempo en esa  bella ciudad, así que a cada paso que daba, recapacitaba e imaginaba que quizá sobre esas mismas losetas habría pisado también alguno de aquellos genios de la Pintura y Escultura Renacentista y debo reconocer que me sentía emocionado. Pensaba que alguno de ellos cuando caminaba por allí, como cualquier ser humano, quizá nunca imaginó la trascendencia de su vida y que sus preocupaciones cotidianas de entonces podrían haber sido más en como subsistir o en como resolver algún problema económico, que en como trascender con su trabajo artístico. Sin embargo lo que mayor emoción me producía era pensar que en alguna ocasión bien pudieron encontrarse al caminar por aquellas banquetas  y platicar con sencillez sobre su vida cotidiana.

Por eso en 1992, cuando volvimos a Europa, el único lugar que quise visitar nuevamente fue Florencia y caminar por allí nuevamente, por esas mismas losetas imaginando que alguna vez, también lo hicieron ellos...

Debo decirles que no necesito ir tan lejos para sentir lo mismo, me sucede igual cuando vamos a Dolores Hidalgo y allí en la puerta de la iglesia, en una plaquita colocada en el peralte del escalón de acceso, casi a nivel del piso y que pocos miran, está inscrito el texto "En este lugar dio el Grito de la Independencia el Cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, el día 15 de septiembre de 1810" y allí mientras los demás ríen y se acomodan para la foto del recuerdo, yo procuro pensar que estoy pisando sobre el mismo sitio que lo hizo el Padre de la Patria y que en aquella noche, sin imaginar siquiera la trascendencia de su actitud, allí como un ser humano común y corriente, quizá dudaba o temía por su propia vida, pero que debía mostrar seguridad y valor ante su pueblo para seguir adelante en busca de su ideal...

Así pues ahora que somos adultos disfrutamos doblemente de aquellos recuerdos lejanos, gracias a la experiencia que hemos adquirido con el paso de los años.

No debemos olvidar la Catedral de Puebla, que es otra construcción maravillosa y que después de la de México, es la más grande y rica en decorados. La leyenda dice que ante la imposibilidad de izar la campana mas grande hasta su sitio en el campanario mayor, fueron los ángeles quienes en una noche la subieron... sea verdad o mentira esa leyenda le dio a la ciudad el nombre de Puebla de los Ángeles... ciudad Monumental
.
Regresar al principio

EN BUSCA DE UNA CASA
Papá y mamá eran expertos en hacer cambios de casa y no importaba que el cambio fuera a otra ciudad, así que imagino que a pesar del enorme trabajo que todo ello implicaba, los dos lo disfrutaban plenamente.

Hacer una mudanza de esa clase representaba una complicada maniobra, pues los muebles se embarcaban por ferrocarril y debían de viajar protegidos por "huacales" de madera, al igual que las cosas pequeñas que debían venir protegidas por cajones de madera flejados y clavados. Por cierto que algunos de esos cajones de madera, ya vacíos y volteados boca abajo, fueron después las chaparras mesas de mi "laboratorio". ¿Se acuerdan?

El caso es que sin que recuerde bien si los muebles ya habrían llegado a Puebla o no, teníamos que buscar una casa en renta para cambiarnos y no dar tanta lata a la Tía Cuca. Imaginen en verdad que problema, pues el ferrocarril era muy lento y en todo ese tiempo que tardaban en llegar las cosas, mamá no tendría ni siquiera una taza para tomar su cotidiano cafecito y ya no digamos camas donde dormir.

Sin embargo quiero suponer que de acuerdo a la logística del proceso de cambio, debidamente coordinada por papá, los muebles ya estarían en la estación y era necesario buscar la casa.

Estábamos algo confundidos porque por ningún lado se veían anuncios de "Se Renta" y la ciudad aunque pequeña entonces, no era fácil recorrerla a pié. Papá y seguramente a sugerencia de mamá, aceptó a regañadientes tomar un carro de alquiler por hora y buscar por el centro de la ciudad.

Hay que ver también que los periódicos de provincia no traían anuncios clasificados y había que vagar por la ciudad para poder encontrar una casa, además como digo, no había letreros y fue el chofer del "libre" (taxi) quién nos explicó cuál era la forma de saberlo... la extraña costumbre consistía en amarrar con un lazo unos periódicos viejos enredados a los barrotes del balcón o las ventanas de la casa. De donde venía esa costumbre y porqué lo hacían así, es una muy buena pregunta, que no sabría contestar..

De esa manera fue que pudimos visitar varias casas en alquiler y departamentos en el centro de la ciudad sin encontrar nada que llenara los requisitos que nuestros papás querían.

Sin embargo les diré que no recuerdo como supimos después de la casa de la 23 Sur, que no era muy céntrica y que estaba relativamente cerca de la casa de la Tía Cuca, por lo que creo que ella nos la haya localizado. Esa casa fue finalmente la elegida.
Regresar al principio

LA CASA DE LA 23 SUR
La calle 23 Sur arrancaba en la Avenida Reforma, que como les dije era el eje que dividía las calles norte de las calles sur,  de allí con cierta pendiente hacia abajo y tres cuadras después desembocaba a la Avenida de la Paz. Por ese entonces (según el plano de la ciudad de Publicaciones Aguirre, edición 1946) allí era el final de la 23 Sur.

La Avenida de la Paz era la única, que sin ser eje, no utilizaba su correspondiente número, que era la 7 Poniente y era una avenida ancha con camellón en medio, que iniciaba en la falda del cerrito de San Juan donde estaba una glorieta con el monumento de Don Benito Juárez, (Elsa tu por allí tienes fotos) y después tenía otras 2 glorietas más antes de terminar en el Paseo Bravo.

La casa que rentamos estaba casi en la esquina de 23 Sur con la Avenida de la Paz y tenía el número 503 (gracias hermanas por recordármelo), estaba construida en desnivel en un terreno con pendiente en el sentido de la calle y tendría unos 10 metros de frente por 20 de fondo, según recuerdo, pero ya saben que el paso del tiempo distorsiona el tamaño de las imágenes.

Al frente y del lado izquierdo tenía una entrada para carro (cuál) con puertas de madera formando un arco en la parte superior. Después seguía la puerta de entrada y para llegar a ella tenías que subir unos 5 o 6 escalones y a la derecha había una ventanita que correspondía a la sala de la casa.

Cuando entrábamos a la casa, (ustedes me habrán de corregir) a mano derecha estaba la sala y me parece que había un cancel con vidrios como separador, pero si seguíamos de frente había otra puerta que comunicaba con un pasillo descubierto  que formaba  una escuadra al fondo e iba a dar exteriormente al comedor y la cocina.

Por dentro de la sala, la casa se comunicaba con dos recámaras y un baño y al fondo como digo, el comedor, la cocina y un patio de servicio con escalera de fierro para subir a la azotea.

El garaje estaba a desnivel y era necesario bajar escalones para llegar a el, trataré de hacer un dibujito de esa casa..

Era una casa mas o menos nueva en cuanto a su construcción, aunque su distribución era poco funcional y quizá anticuada.

Sin embargo la distribución era bastante parecida a la de Nogal 53, casa antigua que habitamos después en México y por lo cuál supongo que fuera una vieja costumbre aquella de separar el comedor de la sala de la casa.

Recientemente estuve en Puebla y pude saber que dicha casa todavía existe, aunque claro que no se parece nada a lo que fue. A continuación una recreación por computadora les permite ver la fachada que fotografié, pero quitándole el segundo piso que ahora tiene y mostrando además a la familia Aguirre al frente de dicha casa, tal como entonces lucía. Esta foto tal cual, nunca existió y como he dicho se conformó en base a dos fotos de blanco y negro de la familia y un cuadro del video que tomé.

Un poco mas adelante cuando menciono al pirul, los volcanes y el tinaco, podrán ver una vista en planta de la distribución de la casa y también el estado, lamentable estado, en que ahora se encuentra.

Regresar al principio

NO HAY AGUA... Y HUELE A GAS
Dentro de las múltiples sorpresas que nos deparaba la monumental ciudad de Puebla, dos de ellas deben haber sido fenomenales y mucho tiempo recordadas para mamá, la primera: no había agua potable, la segunda: el gas no estaba entubado como en Monterrey...

Papá como empleado federal que era y además como Jefe de la Oficina de la SCOP, para hacer los Estudios de Encauzamiento del Río de San Francisco, pues tenía ciertas consideraciones y por lo mismo lo primero que consiguió fue que el Heroico Cuerpo de Bomberos de la Ciudad, nos llevara el agua cada semana.

En verdad era bien chistoso, y además absurdo, ver que el carro de bomberos llegaba a la casa (eso sí sin sirena abierta) y los bomberos bajaban sus mangueras como si fueran a apagar un incendio y las extendían dentro de la casa. Lo que hacían en realidad era vaciarla del carro-tanque a una cisterna que estaba cerca del garaje, de aquella casa.

El gas por el contrario, como ya lo había mencionado era prácticamente un lujo, pues incluso en la ciudad de México era costumbre usar los braseros de carbón y las estufas de tractolina.

Papá se informó y averiguó que PEMEX directamente proporcionaba el servicio de gas butano por medio de cilindros y así lo consiguió. Pronto llegaron a la casa los verdes (PEMEX) y relucientes cilindros de gas que eran muy altos, creo que de 50 Kg cada uno y ambos conectados y protegidos mediante un copete de lámina también verde, en forma de media luna y con dos puertas al frente, de tal manera que el regulador y las conexiones quedaban protegidas de la intemperie, de la lluvia y de los curiosos. (Igualitos a los de ahora... ¿verdad?)

Alguien nos hizo la instalación, utilizando tubo y conexiones de cobre, desde el garaje hasta la cocina, algo que resultaba en verdad novedoso para nosotros, porque en Monterrey el gas natural corría en aquel entonces entubado por toda la ciudad, de tal manera que cada casa tenía incluso su medidor instalado y el consumo se cobraba cada mes de acuerdo a lo que marcaba dicho aparato.

Debo reconocer que algunos meses después, cuando nos cambiamos de la 23 Sur a otra casa en la avenida 3 Pte., hubo que trasladar la instalación del gas y a lo mejor papá tuvo que echar mano del bombero cochambroso, al cual me referiré enseguida, pues era claro que aquella instalación ya no resultó tan segura como la primera y allí fue donde papá y yo aprendimos a "sellar" las fugas. No, ni soñar siquiera con herramienta adecuada, ya me imagino como la habrá hecho quién la hizo, que ya viéndolo bien y conociéndolo mejor, es muy posible que haya sido nuestro propio papá. El caso es que había fugas en los tubos.

¿Y que creen?  ¡Papá probaba con cerillo!

Después averiguó que se podían sellar las fugas haciendo una pasta a base de Litargirio con Glicerina, si es que no recuerdo mal y de esa manera se logró que ya no se fugaran, aunque todas las conexiones quedaban recubiertas por una capa de pasta amarillenta y sucia. O al menos eso creíamos porque la instalación adolecía de otro grave defecto: Los tanques de gas habían quedado dentro de un cuarto que daba acceso a la casa y que aunque estaba vacío y ventilado por la noche se cerraba. Tengo entendido que un día llegó mí Tío Emilio de visita y seguramente sintió olor a gas y fue el quién nos sugirió que se sacaran los tanques al patio, corrigiéndose así tan grave falla y sin que ocurriera ningún accidente. Ya más adelante hablaremos del muy especial Tío Emilio.
Regresar al principio

EL BOMBERO COCHAMBROSO
Nota aclaratoria:
Todo lo expresado en este texto se refiere a recuerdos y bromas de niños que en aquellos lejanos años éramos mis hermanas Elsa y Chela y el que esto escribe. De ninguna manera pensamos, ni queremos generalizar que al referirnos a un bombero, el que estuvo en casa, lo aquí narrado pudiera hacerse extensivo al Heróico Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de Puebla.
Estamos concientes que aquellos días por fortuna han cambiado y que en el presente la Ciudad de Puebla es una entidad progresista, que ha crecido y que cuenta con todos los servicios públicos que en aquel entonces adolecía o eran muy precarios.

Bueno, pues ya teníamos agua en la cisterna y gas en la cocina.

¿Y lo demás? 
Pues en la cocina según recuerdo, habría llegado la misma parrilla de gas con 3 quemadores en sentido horizontal que usaba mamá en la casa de Washington en Monterrey, la cuál se instaló y funcionó.

No sucedió lo mismo con el agua, pues aún con la cisterna llena, la bomba eléctrica del agua que tenía la casa, jamás subió el agua hasta el tinaco, ni a ninguna otra parte.

De veras que ahora cuando recordamos con humor todos aquellos contratiempos, debemos reconocer que nuestra mamá o bien sufrió mucho o es que adoraba el "mitote" de los cambios de casa y de ciudad. Después de todo así tuvo que ser hasta los últimos días de su vida tanto en Veracruz como en Cuernavaca..

El bombero cochambroso y su ayudante llegaron un día a la casa  contratados por papá. Venían dispuestos a reparar la bomba y devolverle la sonrisa a nuestra mamá.

Llegaron los dos con su correspondiente uniforme azul, tanto el pantalón como la camisa y el clásico cinturón elástico con hebilla de ganchos al frente y portando su clásica cajita de herramientas. Lo único malo era que en verdad, lucían atroces.

El uniforme seguramente no se lo habían cambiado en semanas y como no había agua, pues no era usual, sino mas bien excepcional que se bañaran. A uno de ellos mamá, (o quizás la Tía Josefina, cuando lo supo, porque me suena a palabra de ella) le puso "El Cochambroso", nada más.. ¿Ustedes creen?  ¡Porque se le caían las costras de mugre y olía a rayos!

Yo tenía ansias de aprender cosas nuevas y como estábamos de vacaciones, me pasé las horas y los días observando lo que hacían y además "disfrutando" de aquel penetrante olor a mugre que despedía "El Cochambroso". Lo cierto es que nunca fui muy delicado para los olores ni para las condiciones de trabajo y me la pasaba allí tan solo mirando y sin hablar.

Una vez que arrancaron el motor y vieron que sí funcionaba bien, pero que no subía el agua, "El Cochambroso" le dijo a su ayudante: --Oye, pues hay que purgarla--, y así ante mi asombro vi que le quitaban un taponcito y cuando esperaba que le vaciaran su purga de aceite de resino (risino decíamos nosotros, pero no nos reíamos nadita cuando nos lo daban), entonces vi que la purgaban con pura agua y pensé para mí que así era mucho mejor.

Tampoco funcionó y por lo tanto "El Cochambres" procedió a expresar su siguiente conclusión y le dijo al otro: --Oye, debe de ser el zopapo--, término ampliamente usado (supongo) por los "maistros" plomeros de Puebla para identificar la "pichancha", termino ampliamente usado por los "maistros" del D.F. para identificar la válvula "check", terminajo anglosajón ampliamente usado por los "Inges" para identificar una válvula que sólo deja pasar el agua en un solo sentido, conocida en idioma español como válvula de contra-flujo...

Así que ante mi atenta mirada y mi ignorancia absoluta procedieron a quitar el tubo que succionaba el agua del interior de la cisterna y una vez afuera tuve el gusto de conocer al famoso zopapo, que estaba enroscado en el extremo del tubo. Desmontaron la válvula, la limpiaron, le soplaron para probarla y la volvieron a poner.... por desgracia tampoco funcionó.

Por lo tanto "El "Cochambres" expresó su tercera conclusión --Oye, deben de ser los cepillos..¿Nó? --. Y ante mí (ya desde entonces), infinita paciencia los vi desarrollar la parte más difícil de su tarea, que consistió en desmontar la motobomba y después destornillar las tapas para poder revisar los famosos "cepillos", que para mi sorpresa tampoco los vi, al menos como cepillos, pues ellos se referían a los impulsores de la bomba. Lástima que al armarla tampoco funcionó...

Una vez agotado el día y las posibilidades del "Cochambres", la pareja procedió a retirarse del lugar, para recibir la necesaria asesoría técnica y regresar al día siguiente y al subsiguiente, para seguir luchando contra aquella condenada bomba que no quería funcionar, pero eso sí, ante mí permanente "supervisión" de todas y cada una de sus acciones.

La bomba nunca funcionó, el olor penetrante a mugre del "Cochambres", al menos allí en Puebla, ya no lo tuve, aunque muchos años después algunos de mis electricistas  compitieron hombro con hombro por el cetro; de todas maneras, les aseguro, que por lo menos algo aprendí: Que las bombas también se "purgan", que tienen "zopapo" y que es mentira que tengan "cepillos" adentro.
Regresar al principio

EL PIRUL Y EL TINACO
Es muy posible que por la falta de agua corriente dentro de la casa, mamá haya estado muy desconsolada, y porqué no, que le hubiera dicho a papá, que hiciera algo para remediarlo. Por lo mismo un fin de semana, posiblemente sábado, en una tarde soleada y cálida, los recuerdo a los dos muy bien...

Era increíble que sucediera aquello, pero habiendo conocido a papá durante tantos años, no me extraña ahora en lo absoluto, lo que en aquella tarde me tocó, por fortuna, vivir.

Así que en lugar de haber desmontado la remolona bomba que no quiso funcionar, a pesar del denodado esfuerzo que realizaron dos de los integrantes del H. Cuerpo de Bomberos y simplemente haberla llevado a reparar a un taller mecánico; pues nó, prefirió el camino más difícil... pero al menos divertido, que nos permitió conservar durante tantos años esas imágenes tan dichosas, que aquí torpemente y sin éxito trato de describir.

Como ya mencioné antes, la cisterna estaba enseguida del garaje y  de allí, una bomba eléctrica subía el agua al tinaco que estaba en la azotea, precisamente sobre el techo del garaje. Al frente de la casa de los españoles que vivían allí junto, había crecido un enorme pirul que extendía sus frondosas ramas sobre el techo del garaje, proyectando su gran sombra incluso sobre el tinaco del agua.

Papá estaba allí arriba junto al tinaco semi protegido del sol por la sombra del pirul y de alguna forma apoyado firmemente para no caer y con las mangas de la camisa arremangadas, rítmicamente jalaba de un lazo que en el extremo inferior tenía atada una cubeta llena de agua. Mamá y nosotros en la parte baja apenas ayudábamos a llenar la cubeta, cuando después de vaciar su contenido al tinaco, bajaba ya vacía rumbo a la cisterna.

Esta escena la recuerdo muy bien, pues se repitió por largo tiempo y porque para nosotros los chicos aquello era muy divertido, pero si ustedes creen que papá y mamá estaban molestos, pues se equivocan porque ellos también lo disfrutaban y eso es lo que hace que estos recuerdos perduren y sean como digo antes, recuerdos muy dichosos.

Aquel fin de semana seguramente todos disfrutamos de un buen baño de regadera, pero papá debió terminar con sus manos bastante maltratadas y casi les puedo asegurar que nunca más repitió su hazaña.

Durante varios meses que vivimos allí, papá no reparó la bomba, posiblemente por no llegar a ningún acuerdo con el propietario de la casa y por el contrario el agua había que acarreala en cubetas desde la cisterna hasta los sitios de consumo. Para bañarse, mamá la calentaba en la estufa y los baños eran a jicarazos....

Nada fácil.. ¿Verdad?
 

Regresar al principio

EL SABADO TOCA BAÑO.
Como hemos visto, el problema del agua en Puebla era entonces muy grave, pues llegaba al extremo de que el agua no caía a ninguna hora del día en las cisternas y ya no digamos que pudiera subir hasta los tinacos. La casita de la 23 Sur, era una buena propiedad y supongo que sus dueños la habrían dejado por este problema.

Me imagino que el problema era general, porque además de las pulquerías, proliferaban también los baños públicos; algunos de ellos de aguas termales y otros a la usanza indígena de temazcal.

La gente de allí por esa razón se había a acostumbrado a bañarse solamente los sábados y para ello era costumbre que fueran a los baños públicos. Para nuestra experiencia anterior de bañarnos hasta dos veces al día en tiempo de calor, aquello resultaba motivo de bromas y risas.

Nosotros según recuerdo nos bañábamos en la casa, pero cuando mucho sería dos veces a la semana, pues no era fácil. Mamá calentaba el agua y luego entraba a darnos unas enjabonadas en la cabeza y la cara, que al menos a mí no me gustaban porque me entraba jabón en los ojos y me ardían. En realidad del cuarto de baño que me acuerdo es de la siguiente casa que vivimos en la 3 Poniente, que tenía todo lo necesario, incluso una tina forrada de azulejo blanco, pero nada de agua corriente.

Me viene a la mente algo y espero que lo recuerden, que por allí cerca había unos baños públicos de aguas termales y rentaban unas alberquitas privadas no muy grandes y que fuimos allí en alguna ocasión y fue bastante divertido, pues eran unos cuartos cerrados e independientes. Estaban por allí cerca de la Iglesia de San Sebastián. ¿Se acuerdan?
Regresar al principio

LOS MUEBLES
Mamá convenció a papá en Monterrey para que fueran comprando poco a poco y a plazos los muebles que les hacían falta; de ellos en su mayor parte los compraron en Salinas y Rocha. De esta manera cuando llegamos a Puebla pues traíamos casi todo lo necesario. Ellos tenían su recámara completa incluyendo tocador, ropero, mesita y silla; es muy posible que la recuerden bien pues era la misma que tuvimos en Nogal 53. Yo tenía una cama individual, que también duró muchísimos años, incluso hasta después de casado la tuvimos para visitas. Ustedes allí en la 23 Sur, deben haber dormido en el Sofá-Cama, que también venía de Monterrey, pero me parece que en la 3 Poniente ya tenían camas individuales con cabecera metálica. También venía el comedor completo, la parrilla de la cocina, una lavadora Norge, el radio Westinghouse y nuestro orgullo que era el refrigerador Philco.

Todo esto como digo se había adquirido en Monterrey, durante los 5 años que vivimos allí, no recuerdo bien, pero el refrigerador parece que lo tuvimos hasta la casa de Washington y allá era una cosa imprescindible por el calor tan tremendo del verano.

El radio Westinghouse era excelente y tenía A.M. y 4 bandas de onda corta, en ese entonces no había estaciones  de F.M.

La lavadora resultó ser otro fiasco para mamá, pues deben recordar que en esa época y hasta muchos años después, había una diferencia en la frecuencia de la energía eléctrica que se distribuía en el norte del país, 60 ciclos/seg y la del centro y sur del país que era de 50 ciclos/seg. De esta forma nunca se pudo usar dicha lavadora...
Regresar al principio

EL PRESUPUESTO, LAS COMPRAS Y EL MENU
Si había diferencias entre nuestros papás, la principal razón siempre fue porque mamá no podía cumplir con el presupuesto de gastos de la casa.

Por aquellos días y a raíz de los múltiples gastos ocasionados por el cambio, ellos se habían sentado allí en el comedor para hacer cuentas y buscar la manera de que el sueldo rindiera un poco más.

Recuerdo que entre las decisiones de aquel entonces, estuvo la de ir a comprar la harina de trigo directamente al molino, que nos quedaba por allí cerca. También recuerdo que las compras se hacían cada quince días y llegábamos a la casa con un montón de bolsas llenas de alimentos y a mí lo que me gustaba era acomodarlas dentro de uno de los muebles del comedor, ¿qué  se llamaba? ............. eran el trinchador y el aparador, sí así es, o al menos así les decíamos y en este último  era nuestra despensa.

Dentro de las cosas que comprábamos y que no tenían los empaques tan llamativos y costosos que tienen ahora, venía el arroz y el fríjol en bolsas de papel de estraza y también consumíamos muchas cajitas de gelatina de sabores, chocolate en tablillas y la famosa avena que tomábamos por la mañana, pues papá sin equivocarse, le decía a mamá que era muy buen alimento.

Desde Monterrey, mamá tenía una libreta con pastas donde llevaba el control del presupuesto de gastos y así cuando papá cobraba su quincena llegaba y le entregaba a mamá el dinero para que lo distribuyera de acuerdo al presupuesto que habían elaborado previamente. De esta forma mamá distribuía el dinero dentro de la libreta, separándolo por partidas y se suponía que anotando allí, en la hoja como se iba gastando. A mamá le costaba mucho trabajo cumplirlo y cuando se le acababa el dinero de una partida, pues echaba mano de otra aunque no le correspondiera. Eso era algo  que a papá le disgustaba mucho.
Regresar al principio

EL SUELDO DE PAPÁ, $521.20
Papá había llegado a Puebla ya con un sueldo mensual de Jefe de Oficina, del cuál siempre me acordé de memoria, porque contrariamente a lo que ahora sucede, los sueldos no cambiaban tan rápido y perduraba la misma cantidad durante años. Este sueldo de $521.20, por lo menos durante nuestra estancia en Puebla nunca cambió. Esto he podido comprobarlo, gracias a una carpeta que  dejó papá en donde se encuentran archivados en forma cronológica todos sus nombramientos de gobierno desde 1926 hasta la fecha de su jubilación que fue en 1956 y allí está registrado precisamente el sueldo mensual que menciono.

Ya me imagino que estarán curiosas de saber a cuanto equivaldría un sueldo como ese en la actualidad...¿verdad?

Bueno, los índices de precios al consumidor se registran solamente desde enero de 1950, pero de acuerdo con las estadísticas históricas del INEGI sabemos que entre 1946 a 1949 el incremento inflacionario fue del orden del 45%, por lo que de esta forma el índice de 1946 seria de 0.02827, que comparado con el índice del mes de septiembre de 2000 que es de 327.91, nos daría un factor de actualización de:          327.91/0.02827 = 11599.22

Esto significa que multiplicando el sueldo por el factor obtendríamos pesos viejos, pero quitándole 3 ceros lo convertimos a pesos nuevos actuales:

            521.20 x 11599.22/1000 =  $ 6045.51

Esto es papá tenía un ingreso equivalente a un sueldo de  $6000.00 mensuales actual y ya me imagino que mamá tendría que hacer milagros para poder salir adelante. Es cierto que papá siempre procuraba tener trabajos adicionales y ya después mencionaré de ello, pero recién llegados, la situación debió ser bastante crítica..

Esto explica y hace más racional lo que pasó con la reparación de la bomba del agua y porqué no se pudo cambiar el motor de la lavadora.. Es evidente que había otras prioridades.
Regresar al principio

LA VENTA DEL REFRIGERADOR
Viviendo allí en la 23 Sur, el refri, siguiendo la costumbre de aquella época estaba en el comedor. Pues claro,  para que se viera y luciera.

Pero como he expresado las finanzas habían venido a menos y previa consulta entre ellos, llegaron a la conclusión que dado el clima frío que prevalece en aquella ciudad, era posible prescindir del mismo. Debo decirles que para mí fue un fuerte golpe, pues no me gustó nada que tuviéramos que desprendernos de algo que tanto esfuerzo debió costar para adquirirlo.

Y vaya que tuvo repercusiones futuras, pues tardamos más de 12 años antes de tener otro en la casa. La venta fue muy rápida y un día llegó un señor lo pagó y se lo llevó. Nuestro blanco y reluciente refrigerador Philco, jamás lo volvimos a ver...
Regresar al principio

LA VISTA DE LOS VOLCANES
Como decía al principio, los integrantes de la familia Aguirre llegamos a Puebla en el verano de 1945, apenas habían terminado las clases en Monterrey cuando papá aprovechó el momento para hacer el cambio de ciudad.

Todo hubiera sido perfecto si el calendario escolar del centro y sur de la república fueran iguales a los del norte, pero no era así. Al igual que la frecuencia eléctrica que ya comenté antes, los calendarios escolares y muchas otras cosas más que ya hemos comentado eran muy distintas.

Desde antes de llegar a Puebla supimos que íbamos a tener unas larguísimas vacaciones, (6 meses) que comenzaban en la fecha de llegada y que terminarían hasta el día 1o. de febrero de 1946, fecha en que iniciaban las clases de todas las escuelas del centro y sur del país. Habría que haberle preguntado a mamá como veía aquello de tenernos a los tres "huercos", metidos allí en la casa, a mañana, tarde y noche, pues Puebla era muy distinta a Monterrey y al menos allí en ese lugar donde vivíamos, los niños no salían a jugar a la calle.

Algo teníamos que improvisar y entre todo aquello nos llamaba mucho la atención la cercanía de los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl, que se apreciaban en todo su esplendor desde la casa. Como había una escalera metálica con barandal para subir a la azotea, desde allí teníamos una visión nítida de los volcanes sobre todo en los días claros y soleados. Desde aquellos años ya era usual que el Popo echara de vez en cuando sus fumarolas, aunque no tan fuertes como ha sucedido recientemente, pero nuestra preocupación de niños y que solíamos comentar entre nosotros mismos, era precisamente sobre que podría pasar si el Popo hacía erupción. ¿Llegarían la lava y las cenizas hasta nuestra casa?  Cada uno de nosotros tenía su propia idea de lo que habría de pasar y mientras lo discutíamos trepados en la azotea hicimos inesperadamente un especial descubrimiento...
Regresar al principio

LOS VECINOS ESPAÑOLES
¡No estábamos del todo solos! Un día un chamaco travieso como de mi edad, apareció caminando en precario equilibrio sobre el borde de la barda divisoria de nuestra casa, precisamente del lado donde teníamos aquella increíble vista de los volcanes. Debo decirlo, que yo no me habría atrevido a caminar por allí, pues la altura de la barda del lado de nuestra propiedad debió haber sido de por lo menos dos metros. Sin embargo, Pablo que así se llamaba lo hacía con bastante desparpajo y seguridad, posiblemente porque no era la primera vez.

Ellos, nuestros vecinos eran españoles y nosotros acostumbrados todavía a la manera de ser franca y abierta de Monterrey tratamos  de inmediato de hacer amistad. Resultó ser que aparte de Pablo existía una hermana menor y resultaba excelente entablar amistad con ellos. Sin embargo ellos eran distintos en su manera de ser y no recuerdo que en realidad hayamos logrado una amistad duradera y memorable; por el contrario más recuerdo que Elsa y yo parados en la azotea al atardecer y gritando a voz en cuello, tratábamos de localizar a nuestros supuestos amigos...

      -- Pabloooo, por última vez vienes o nooo --

El chamaco llegó y algo estuvimos jugando en el comedor, posiblemente cartas. Mi hermana Elsa tiene también algunos recuerdos de aquellos días y esto es lo que nos dice:

"De los niños españoles había una hermanita más pequeña que se llamaba María y nunca me olvidaré que en su casa le decían       -- María, María la de la pata fría y la cola caliente... ¿Quieres que te la tiente? --, además consideraba que comparados con nosotros, eran bastante groseros y mal educados."

"De alguna de las veces que nos invitaron a jugar a su casa tengo muy grabado que incluso se tomaban la leche condensada de la bebita y eso me molestaba"

Mi hermana Chela  recuerda al otro de los hermanitos de Pablo que se llamaba Julio y le decían Julito, era más o menos de su misma edad.
Regresar al principio

ZACANDINGAS, EL OSO Y EL OZONIFICADOR
Papá era un enamorado de los perros, pero mamá no los podía ver ni en pintura y por lo mismo y como suele suceder en los matrimonios, alguna transacción negociada debió efectuarse entre ellos. El caso es que papá era muy ducho en localizar perros callejeros que no estuvieran tan feos y proceder inmediatamente a tramitar su legal adopción con cierto “límite de cobertura”  y por lo tanto el perro debería andar todo el día en la calle y solamente presentarse puntualmente en sus horas de comida, para que por la noche pudiera obtener su salvoconducto y permanecer dentro de la casa.

Un día cualquiera, papá encontró a un perrillo blanco y negro, nada especial y por demás flaco y desnutrido, no resistiendo el impulso inmediato de ofrecerle comida; era bastante pequeño de edad como de tamaño y como nosotros estábamos de vacaciones mamá nos dejaba tenerlo dentro de la casa por algunas horas. Con esa habilidad que teníamos en la familia para deformar algunos vocablos, papá sugirió que el perrillo se llamara Zacandingas, quizá por sus patillas flacas y temblorosas al caminar.

Como ya he mencionado, subir a la azotea era muy fácil y nada peligroso pues tenía los pretiles bastante altos y seguros; no faltó entonces que alguno de nosotros, (¿quién sería?)  sugiriera lazar al Zacandingas del cuello y subirlo rápidamente hasta la azotea. Esto, según lo recuerdo resultó ser extremadamente cruel, pero bastante divertido para nosotros y motivo de sonoras y generales carcajadas. Claro que mamá no estuvo de acuerdo y a los pocos días papá tuvo que realizar con mucha tristeza  y por “maltrato y crueldad”, los consiguientes trámites de desadopción y  pérdida de la “patria potestad” de Zacandingas...

Sin embargo no se dio por vencido y según las fotos, ya para el 5 de mayo de 1946 teníamos otro perro en casa. Papá le puso "Oso" por lo negro y peludo, pero una mejor descripción es la foto del pasillo exterior de la 23 Sur y que aparece un poco más abajo, en donde el Oso se encuentra en primer plano y detrás de él estamos los tres hermanos junto con Amira que estaba de visita.

El Oso corrió con mejor suerte pues convivió con nosotros desde esas fechas hasta los últimos días que vivimos en Puebla y de acuerdo con las mismas condiciones que ya he mencionado antes, en el día andaba en la calle y en la noche, una vez que papá le silbaba de forma característica, regresaba y se metía a la casa. Con el también jugábamos, pero claro era un perro más grande y no aceptaba nuestros abusos.

Incluso, ya viviendo en la 3 Poniente, en una ocasión a mí me mordió en la mejilla, porque alguna cosa no acepté darle y entonces de un salto alcanzó a marcarme con sus dientes en un lado del cachete. Estábamos solos y nuestros papás se encontraban jugando Konkian en la casa de la Tía Cuca, así que fuimos para allá y mamá se preocupó mucho, lo mismo que yo, porque dijeron que a lo mejor tendrían que ponerme hasta 20 inyecciones en la panza, para prevenir el contagio de la rabia. Papá se fue a Salubridad y le dijeron que iba a ser necesario que llevaran al Oso a la Perrera Municipal para que le mantuvieran en observación durante 40 días y si en ese tiempo se mostraba sano, pues no sería necesario que me vacunaran. Por lo tanto cada semana le íbamos a dar su vuelta y observar como permanecía encarcelado y triste dentro de una jaula con barrotes al frente. Por fin llegó el día esperado de su liberación y recuperamos al Oso sin rabia y por lo mismo me salvé de las 20 inyecciones...

Como les decía teníamos cierta habilidad para deformar los vocablos y el nombre de Oso no era lo suficiente atractivo para nosotros y con frecuencia utilizábamos el nombre de Ozonificador que iba más de acuerdo a nuestros deseos. ¿Pero que era el Ozonificador? ¿Se acuerdan?

Bueno pues como ya he comentado vivíamos en el absurdo, las casas contaban con cuartos de baño completísimos, incluyendo la tina, pero no había ni una gota de agua y así mismo la casa de la 23 Sur tenía instalado en la cocina un sofisticado equipo purificador de agua importado que así se llamaba, Ozonificador, porque según recuerdo purificaba el agua a base del gas ozono, que ahora es tan famoso. De las pocas veces que logramos usarlo, el sabor y el olor que dejaba en el agua era muy característico y no lo puedo explicar, pero no era nada agradable hagan de cuenta así como si oliera a babas y por lo mismo allí se quedó abandonado y sin uso; mamá prefería hervir el agua que tomar el agua ozonificada..

Dentro de las gracejadas del Oso, tenía la característica de correr agachado y rápido como demonio, para entrar derrapando a la casa cuando papá lo llamaba; pero igualmente lo hacía cuando estando dentro, algo le interesaba fuera de la casa y así un día que estábamos todos parados en la puerta de la 3 Poniente el Oso salió corriendo del interior y pasando por en medio de las piernas de Chela, le hizo dar un fuerte sentonzazo, ante la algarabía y la burla de los demás...

Debieron de haber muchas más anécdotas del Oso, pero por desgracia ya no las recuerdo.

La despedida del Oso fue muy triste, pues cuando nos fuimos a México para definir el futuro trabajo de papá, se tuvo que quedar en la calle, tanto de noche como de día. Papá se lo había encargado al velador de la fábrica de tenis que estaba enfrente de la casa, para que le diera algo de comer, pues como dejamos todo el mobiliario empacado dentro de la casa, todavía tendríamos que regresar para embarcarlos a México.  Y allí tienen que el día de nuestro regreso a Puebla y que sería la última ocasión que lo veríamos... cuando llegamos, lo encontramos tan largo que era echado en el frente de la puerta de entrada de la casa, como si estuviera cuidando que nadie entrara y esperando nuestro regreso. Debo decir que habrían pasado casi 2 meses de nuestra partida y fiel el Oso permanecía vigilante.

Ese mismo día cuando partimos en el taxi muy tristes le dijimos adiós...  y nunca mas lo volvimos a ver..   

Enseguida pueden ver la única foto del Oso que conservamos, en la foto de la izquierda aparecen en el órden acostumbrado la Tía Delfina, Mamá después de haber estado enferma, la Tía María Luisa, Manola su hija, Manolo atrás y al frente Chela y Elsa. En la foto de la derecha estamos, Chela, Amira, Manolo y Elsa, todos miramos al Oso y corresponde al 5 de mayo de 1946.   
 

Regresar al principio

EL AVION Y EL CERRITO
Seis meses de vacaciones era mucho tiempo para que 3 huercos dieran lata en la casa todo el día, así que mamá buscaba que nos mantuviéramos entretenidos.

Aunque no recuerdo bien que harían ustedes (Elsa y Chela), yo pronto encontré en el centro de la ciudad una tienda que vendía toda clase de aviones y barcos de armar. Tampoco recuerdo como haría para que me compraran un avión de armar, pero un día ya lo tenía y mamá me dijo: --Mira ya te puse esta mesita, aquí debajo de la escalera y aquí vas a trabajar en el armado de tu avión, sin que nadie te toque nada--. Esa mesita estaba afuera en el patio de servicio y la escalera se refería a la escalera metálica de servicio que subía a la azotea de la casa y que ya antes he comentado.

Y así fue, recuerdo que un día muy temprano me levanté para iniciar lo que para mí resultaba emocionante. ¡Imagínense armar un avioncito que volaba! Era lo máximo... o por lo menos eso es lo que imaginaba.

Varios días me entretuve y siguiendo el plano que traía, fui uniendo las diversas partes de madera balsa usando el pegamento especial (cemento) y poco a poco le fui dando forma a la estructura de las alas, el fuselaje y la cola. De hecho la forma de armarlo era similar a como se hacían los aviones reales en aquella época y lo más difícil era forrarlo, sólo que no se utilizaba tela, si no un papel de china muy delgado y en este caso de color azul... El papel de china se me arrugaba mucho y no podía dejarlo bien estirado, pero finalmente lo logré aunque no muy bien.

El avión estaba casi listo, le puse su liga y su hélice, de tal forma que al darle muchas vueltas y torcer suficientemente la liga, le daría la fuerza necesaria para ascender y volar unos cuantos segundos. Esto era algo que había imaginado por varios días mientras lo iba armando y por lo tanto tenía prisa de terminarlo para poder observar y disfrutar su desempeño.

El campo de pruebas que había seleccionado era el Cerrito de San Juan, que hoy forma parte de la Colonia de la Paz y que entonces estaba totalmente despoblado. Nos quedaba relativamente cerca de la casa y recuerdo que más que emocionado salí temprano por la mañana cargando mi avioncito azul y me fui solo caminando hasta el cerrito. Me imagino que a ustedes, mamá no les dio permiso de ir, pero el caso es que esta experiencia la viví en lo que a mí me parecía una inmensa soledad. En aquel cerrito casi podía escuchar el silencio, pues apenas se dejaba oír el leve ruido del viento que movía la maleza y las ramas de los arbolillos que existían en ese entonces.  Aunque yo creía que estaba completamente solo no era así, pues mientras buscaba el lugar adecuado para lanzar mi avioncito, me di cuenta que alguien atentamente me observaba; era un arriero que cuidaba sus cabras o borregos mientras pastaban por allí y que sentía también la curiosidad de ver si de veras mi avioncito podría volar.

Una vez que logré encontrar el sitio adecuado, le fui dando vueltas a la hélice para estirar la liga mientras que a cada vuelta con mucha emoción acariciaba mentalmente la forma en que levantaría su vuelo. ¿Hasta donde podría llegar? ¿Planearía hasta abajo? Me preguntaba.

Sujetando el fuselaje con una mano y la hélice con la otra para que no se desenredara la liga, alce los dos brazos y dándole un gran impulso lo solté......... apenas alcanzó a recorrer unos cuantos metros. ¡Y mi avión se estrelló!

Vaya desilusión, no podía ser, que era lo que estaba haciendo mal. Corrí tras de mi avioncito, mientras el arriero prefería mejor continuar su camino que perder el tiempo conmigo. Lo recogí y trate de evaluar los desperfectos que tendría a raíz del choque con el suelo, le sacudí la tierra y determiné que podría hacer otro intento. Reinicié el proceso y nuevamente lo lancé con fuerza y ésta vez...... el impacto fue mayor, ¡Mi avión se había estrellado otra vez y había quedado totalmente roto!

De hecho era mi primer fracaso en la vida y aunque estaba chico y veía todo esto con despreocupación, la verdad es que regresé un poco triste rumbo a la casa y como se haría costumbre después a lo largo de mi vida, traté de restarle importancia al incidente y mi comentario fue solamente: ¡No voló!

Aquello era una buena experiencia, y por lo menos estaba aprendiendo temprano, que no todo lo que imaginara mi mente tendría que convertirse en realidad. Así que por lo pronto mi estropeado avioncito quedó arrumbado en algún lugar y probablemente después fue a parar a la basura.

Muchos años tuvieron que transcurrir para que yo entendiera lo que había pasado en aquella mañana y fue hasta que conocí a Mario y Rodolfo en 1953, expertos en la materia, que me explicaron de que manera deben "contrapesarse" los aviones para garantizar que puedan planear. También me explicaron que para que el papel quede bien estirado debe barnizarse con "dope" y que la liga  no sirve para nada.. ¡Necesitan un motorcito de gasolina!

Aunque en aquel lejano momento de mi vida no me daba cuenta cabal de lo que había pasado, era evidente que estaba iniciando el aprendizaje de que cualquier proyecto que iniciara en el futuro, no sólo requeriría de entusiasmo para su realización, sino también del conocimiento (saber como), la preparación (un plan de trabajo) y la práctica (repetirlo varias veces), factores indispensables y necesarios para lograr el éxito.

Si logras un equilibrio, perfectamente "contrapesado", de esos 3 factores, al igual que el avioncito, ¡Podrás volar!
Regresar al principio

 

QUIEN TE PEGO...
Sería por el hecho de que nací hasta 5 años después de casados nuestros papás, supongo que aparte de ser muy querido, al igual que ustedes mis dos hermanas, es probable que papá y mamá a mí me hubieran consentido un poco más y por lo mismo me acostumbré mucho a estar cerca de ellos. A pesar de mí carácter no precisamente cariñoso, no podía evitar la preocupación cuando ellos no estaban y es por eso que tengo grabado este recuerdo...

Papá nos había enseñado la canción vals de:
"Quién te pegó, yo me caí, con una cáscara que estaba allí"

para luego repetir:
"Quién te pegó, yo me caí,.... con una caca que estaba allí"

Desde luego esa no era la letra original, sino una letra chistosa que él, supongo, le habría inventado y en verdad aquello nos hacía mucha gracia y lo cantábamos con singular satisfacción. Sin embargo  recuerdo que en aquella tarde tuvieron que salir los dos, seguramente a comprar algunas cosas en el centro y nos tuvimos que quedar los hijos solos, allí en la casa de la 23 Sur.

No sé por qué, pero aunque andábamos cantando aquella canción a voz en cuello, en esa tarde a mí más que alegría me significaba tristeza porque ellos no llegaban...  Una vez que regresaron como por arte de magia todo cambió. y la canción nuevamente resultó alegre y divertida para mí.

Extrañas cosas tiene la vida...
Regresar al principio

CALMANTES MONTES.
Otro de los dichos que nos enseñó papá y que hasta la fecha continúo transmitiendo, primero a los hijos y ahora a la nieta, y aunque creo que papá le agregaba más cosas, fue el siguiente:

"Calmantes montes, pájaros cantantes, alicantes pintos, cocheros en sus pescantes, elefantes atropellantes, volando de flor en flor...  échate un p... como antes"

Debo decirles que Marisabel se lo sabe completo, pero en lugar del p..., se lo he substituido por "brinco", que resulta menos feo.

Gracias a las puntadas de papá, nosotros crecimos con la filosofía del CPP, que afortunadamente era el tema de todas los chistes y las bromas entre nosotros y que en Puebla agregó necesariamente otra P, convirtiéndose en CPPP. Esta última P es la inicial de "pulque" y las otras 3 de acuerdo con los párrafos anteriores ustedes las podrán sacar por lógica deducción.

Todos nuestras bromas eran en función de CPPP y como digo y por fortuna, nunca escuché una mala palabra en casa o chistes groseros en presencia de los niños. Nuestra palabra más ofensiva era "mensa", ni siquiera el "idiota" estaba permitido.....
Regresar al principio

LOS CHISTES DE MAMA
De vez en cuando mamá solía contarnos algunos chistes que nos hacían mucha gracia y quedaron incluidos en nuestros recuerdos para siempre. Aquí reproduzco dos de los que me vienen a la memoria, pero imagino que ustedes recordarán algún otro.

No me explico porqué, pero siempre que los recuerdo los imagino referidos a la época en que mamá fue joven, por allí de los años 20,s, los fabulosos años del charlestón...

"El novio llegó muy trajeado y nervioso a la casa de la novia porque iba a pedir su mano y tenía que hablar con el Papá. Después de las preguntas de rigor, el papá de la novia le pregunta: --¿Bueno y usted cuanto gana?-- y una vez que el novio le contesta y le dice la cantidad que percibe al mes, el papá le dice nuevamente  --Nooooo  Jovencito, eso que usted gana no le sirve a mi hijita ni para comprar papel del baño--. Con lo cuál muy compungido el novio sale a donde se encuentra la novia, que ansiosa espera y él viéndola fijamente a los ojos le dice:       --¡¡Cagona!!-- y se va".

Otro chiste más:

"Viajando en un destartalado trencito de aquella época, con máquina de vapor, la carbonera, el carro exprés, los carros de segunda y el caboose, iba un señor que tenía muchas ganas de ir al baño para hacer de la C, pero el único baño que había estaba ocupado y el ya no se aguantaba. Así que como vio que el tren estaba a punto de penetrar a un largo y oscuro túnel, dijo:     --No, pues antes de que me gane ahora que está obscuro y nadie me mira, abro la ventanilla y por allí hago--. En eso estaba cuando el conductor del tren, al clásico estilo ferrocarrilero parado en el estribo de la puerta trasera del carro y observando hacia adelante para ver que nadie sacara los brazos fuera del tren, le grita: --¡¡¡Ese cachetón del puro, que se meta!!!--
Regresar al principio

LA RADIO EL ENTRETENIMIENTO FAVORITO.
En aquellos días la radio se encontraba en su época dorada, la televisión aunque apenas se iniciaba comercialmente en los Estados Unidos, en México no existía. Por lo tanto la mejor forma de entretenerse por las noches, era escuchar los programas estelares de la XEW, La Voz de la América Latina desde México, que a pesar de encontrarse en la Ciudad de México, se escuchaba perfectamente en Puebla.

Nuestro radio Westinghouse, en la casa de la 23 Sur estaba en la recamara de nuestros papás, pero ya después en la casa de la 3 Poniente estuvo en lo que era una especie de ante comedor  y que yo usaba como recámara.

Las voces de la radio eran en verdad privilegiadas y de los locutores de entonces que me vienen a la mente, recuerdo a Don Pedro de Lille, Manuel Bernal, Carlos Pickering, Álvaro Gálvez y Fuentes, Jesús Marín y Kal, Luís Farías, Nacho Santibáñez y Ramiro Gamboa. Todos ellos excepcionales y preparados.

Aparte de la XEW, recuerdo que también escuchábamos la XEQ y desde luego las estaciones locales, entre las que estaba la XERH. Pero como digo los programas espectaculares y muchos de ellos en vivo, estaban en la W.

Había programas musicales en vivo con muy buena producción en los que participaban verdaderas orquestas sinfónicas, como aquella del maestro Elías Briskin (papá de Olga) y su orquesta de 40 profesores y cantantes famosos como Pedro Vargas, Toña la Negra, Néstor Mesta Chaires, Chucho Martínez Gil y Agustín Lara, que solía cantar, toser y entre pieza y pieza --Hermano del alma--contar su vida y la historia de cada una de sus canciones.

Por cierto el segundo apellido de Agustín Lara era Aguirre y papá lo conoció en Veracruz en sus años mozos (de ambos) cuando Agustín tocaba el piano en algún bar de mala muerte..

También recuerdo por esos días la llegada a México, después de haber sido famoso cantante en los Estados Unidos, de Andy Russell (Andrés Rábago), que en su época fue algo  equivalente a lo que hace algunos años sucedió con Vicki Carr (Victoria Carrillo) famosa cantante México-americana, cuándo decidió venirse a trabajar en México.
Regresar al principio

LOS PROGRAMAS DE RADIO.
Entre los mejores programas de radio de aquellos días y que logro recordar están los siguientes:

Los Catedráticos Forhans.-
Era un programa, en el cuál el auditorio enviaba preguntas y estos instruidos señores trataban de contestarlas. Me acuerdo de tres de los catedráticos de entonces, que eran el Bachiller Álvaro Gálvez y Fuentes, el Profesor Méndez Rivas y Don Jesús Sotelo Inclán. El profesor Méndez Rivas, por la voz parecía ser un señor bastante viejito y su clásica expresión al iniciar la contestación de una pregunta era: --tch tch voy a aventurar--. El Bachiller, como ya dije aparte de ser locutor, era un hombre muy preparado, aunque no poseía el título de una carrera específica y por eso lo del mote de "Bachiller", pero sabía mucho y después ocupó destacados puestos públicos, si no mal recuerdo en la SEP, creo que fue secretario de estado y en la UNESCO. Murió relativamente joven.

Duró muchos años este interesante programa y era frecuentemente imitado en broma, en los programas cómicos de la época.

Años después dio paso a un programa infantil que se llamaba "Los Niños  Catedráticos"  que dirigía Militza Sierra (ya fallecida) y también se hacía en vivo en los estudios de la XEW de la calle de Ayuntamiento. ¿Recuerdan que alguna vez lo fuimos a ver?

La Banda de Huipanguillo.-
Ferrusquilla, ahora famoso compositor y cantante, (y papá de Cármen de "Todo por Amor") en aquellos días era actor cómico e imitador, por lo cuál le decían "El hombre de las mil voces". En aquel programa que era escrito por Pedro de Urdimalas, (después famoso escritor de guiones de cine y de telenovelas), Ferrusquilla hacía el papel principal que era cómico y representaba al Presidente Municipal, siempre auxiliado por el que se denominaba "Secretario Local de la Localidad Local del Lugar" y que le decían "El Maistro Hablador".

El programa, según se imaginaba uno, tenía lugar en un pequeño poblado mexicano y precisamente en la zona que ocupaban el kiosko, la placita y la presidencia municipal. Dentro de ese escenario se desarrollaban toda clase de situaciones cómicas entre el Presidente Municipal, que era analfabeto e ignorante y el Secretario Local que supuestamente, era el hombre ilustrado y de su confianza que le preparaba sus discursos y le resolvía sus problemas. Salía la esposa, primera dama del pueblo, con modo de hablar de indita y muchos otros actores. Para mí en esos días, resultaba ser un programa muy divertido, de humorismo blanco y fácil como se estilaba entonces.

Amenizaba la que después se hizo famosa Banda de Huipanguillo, clásica banda de pueblo que tocaba totalmente desafinada. Este programa cuando se trató de llevar a la televisión fracasó, mas no en la radio, que en aquella época era muy escuchado..

El Tío Herminio.-
Cri-Cri era ya muy famoso para entonces, pero en esos años había emprendido, según cuenta su biografía, (aparte del largo viaje por "Mares Lejanos del Sur" que hizo para conocer el mundo en 1940 enlistándose en la tripulación de un barco mercante, desde luego muy distinto del "Barquito de Cáscara de Nuez" de su canción), otra de sus aficiones, como fue estudiar astronomía, matemáticas y técnicas de navegación marina.

Y esto lo menciono, porque yo no recuerdo a Cri Cri en la radio de esos años (1946-47), sin embargo al que sí recuerdo es al Tío Herminio Kenny que también cantaba acompañado de su piano algunas canciones infantiles, que me parecían chistosas, divertidas y de ritmo muy pegajoso. ¿Se acuerdan?

  --Yo soy Melchor, tú eres Gaspar y el otro Baltasar..--
  --Yo soy Melchor, tú eres Gaspar y el otro va a saltar..--

O bien:

  --Cuando vaya al cine con su novia..--
  --Le puede comprar pepitas... un dieeez...--

Y también:

  --Las rejas de Chapultepec..--
  --Las rejas de Chapultepec..--
  --Son verdes, son rojas no mas para usted...--
  --Están pintadas de verde--
  --Están pintadas de gris--
  --Están pintadas de rojo--
  --Las rejas de Chapultepeeec...--

Bueno no me sé las letras, pero por allí iban. Tenía muchas otras canciones y las cantaba con un singular estilo....

El Monje Loco.-
Este programa lo hacía uno de los actores de la XEW, creo que se llamaba Salvador Carrasco, (hoy es imitado en broma por Derbéz como "Lonje Moco") digamos que ya empezaba tarde, después de las 10 de la noche, que era la hora en que todo mundo nos íbamos a dormir, pero la ventaja de la radio era que acostado en tu cama y sin importar el sitio donde estuviera el radio, podías escuchar e imaginar a tu gusto las escenas que escuchabas.

Empezaba siempre con: --Nadie sabe, nadie supo, la verdad sobre el pavoroso caso, JA JA JA JA (música de órgano de iglesia) de la esposa del enterrador asesinadita..JA JA JA JA JA--

Y así con ese tenor continuaba la descripción del caso, debe haber durado 15 minutos y se hacía una descripción de sucesos violentos y macabros..

El Panzón Panseco.-
Mis programas favoritos eran los cómicos y allí en Puebla el que más me gustaba era el del Panzón Panseco y su cuadro de actores. A Panseco recuerdo que lo escuchaba desde Monterrey en la casa de Washington, al igual que al famoso Tin Tan y su carnal Marcelo, pues a principios de los 40's ambos actuaban en radio.

Tin Tan, fue mucho más famoso, sobre todo por sus películas; en sus programas de radio siempre empezaba con su "tiri lu la tun da tun da, tiri lu la tun da tun da, ti ri li ri li ri daaa..." y básicamente se trataba de sketches cómicos donde Marcelo era su fiel patiño.

El caso de Jorge Manrique, el famoso Panzón Panseco, era muy distinto, originario de Monterrey, radio aficionado y dominador del idioma inglés, Panseco era un hombre preparado, muy creativo pues el mismo escribía sus chistes y la trama de todos sus programas, a la vez que creaba cada uno de sus personajes.

De él se decía que copiaba chistes, porque los oía por onda corta de las estaciones americanas y los utilizaba para sus propios programas, lo cuál por lo que dije al principio pudo ser cierto, pero además válido, pues no se trata tan solo de escucharlos, sino también de adaptarlos al medio en que te desenvuelves.

De los personajes de Panseco de aquella época me acuerdo de algunos que fueron muy celebrados:

El Mocosón.- (Omar Jasso) --Hijito, pero que te sucede, que te
                            acontece.... en pocas y efímeras
                            palabroas....que te picoa--

Ágata y Camila.- (C.Solares y L.de Córdoba) --Qiubas Ágata..pos Qiubas Camila--

Félix Amargo.- (Luis Manuel Pelayo) --Mi tarjeta caballero--

La Telefonista Calixta.- (Carlota Solares) --Buenoooo-- (voz de chicle)

La Sirvienta Domitila.- (?) --Si siñor, siñor-- (voz de sirvienta)
                            Ay qui siñor tan sangrón

Muchos personajes los he olvidado, pero recuerdo que la supuesta esposa de Panseco era una actriz de telenovela, posiblemente Lucila de Córdoba, que tenía una voz muy suave y comprensiva, muy semejante o quizá sea ella misma, a la de la esposa de Pedro Pica Piedra, o sea Vilma.

Casi estoy seguro que de allí surgieron Régulo y Madaleno, que tuvieron mucho éxito después actuando como pareja y desde luego Luis Manuel Pelayo y Pedro D'Aguillón..

La burla del programa siempre era el pobre señor Panseco, el cuál por cierto fue el original creador de la porra:

             --A Panseco le cuelga la panza, pum--
            
--Gori gori gori tilin tilin--
            
--Ay que gordo viejo, pum--
 


El Panzón Panseco, derecha, con Ruben Aguirre y "Domitila"
(Foto cortesía de la página de Ruben Aguirre)

Escuchar aquí algunos anuncios de la radio de 1947

Regresar al principio


MARIA MARTINEZ MENDIETA.
Papá tenía la ventaja de ser perseverante y nunca perder la esperanza de lograr las cosas, así que le gustaba participar en concursos y rifas, ah eso sí, siempre y cuando fueran gratuitas, pues a la Lotería Nacional cuando mucho jugaría una vaquita.

Por aquellos días en un programa de radio del que no recuerdo su nombre, pero si que vivíamos en la 23 Sur, establecieron un concurso para que los radioescuchas enviaran por correo una composición en la cuál todas las palabras empezaran con la misma letra y como a papá le encantaba todo aquello, se puso a escribir en la ocasión en que pidieron que todas las palabras iniciaran con la letra M.

Yo no me imagino como le hacían para que las cartas llegaran en una semana, pues el correo era peor que ahora y más bien deben haber establecido una fecha límite. Así que papá agarró papel, diccionario, lápiz y borrador y allí estuvo horas y horas en el comedor escribiendo su composición con la letra M.

Fue entonces cuando María Martínez Mendieta, se hizo conocida nuestra, pues casi nos sabíamos la composición de memoria y decía al principio, que es lo único que ahora recuerdo:

"María Martínez Mendieta, mujer mexicana, muy modernista, mereció magníficas medallas manejando maquinas marca Mercedes...."

Y así continuaba hasta completar una "barbaridad" (palabra de papá) de palabras que iniciaban con la letra M y tratando de darle un cierto sentido verdadero al texto.

Hasta que llegó el esperado día y allí alrededor del aparato de radio, toda la familia Aguirre Botello expectante esperaba que el señor locutor expresara el nombre del ganador del concurso...

--Me es muy grato decirles, que a pesar de haber competido contra otras composiciones que contenían un mayor número de palabras, (la de papá), la ganadora del concurso (Oh..desilusión), ha sido la Señorita Fulana de Tal, que vive en Torres Cuatas 28 de esta Ciudad y que escucharán continuación......---

No podíamos creerlo, como iba a ser eso, la de papá era la mejor, mucho mejor que la que acababan de leer. Papá con una sonrisa tristona expresó: --Ni modo, muchachos--

Entre bromas, perros, aviones y programas de radio, fueron pasando los meses y la fecha de entrar a la escuela se iba acercando, a continuación platicaré de eso..

En esta última foto, que fue tomada en el pasillo superior de la casa de la 23 Sur, aparecen de izquierda a derecha, a reserva de que me corrijan, Tía Virginia, Tía Polina, Tía María Luisa, Mamá, Tía Rosina, Tía Cristina, Manola, Amira y Elsa. Se aprecia el pretil de la azotea desde donde veíamos los volcanes y también desde donde descolgábamos al pobre de Zacandingas, amarrado del pescuezo...



Regresar al principio

Ir a la segunda parte

Ir a la tercera parte
 

 

Tu opinión es importante
Manda un mensaje


o haz contacto con:
Ing. M. Aguirre

 

Regresar a Con "M" de México ... Máxico.

 Regresar a MEXICO MAXICO

  Ir a la Página Aguirre Botello

 

 

Derechos de Autor Reservados -
Última revisión: domingo, 19 junio 2022.